Educar significa “conducir”, “dirigir” . Mientras alguien sea conducido a alguna parte, difícilmente podremos decir que actúa libremente. La educación se ejerce especialmente sobre la niñez y adolescencia, cuando la persona aún no está formada y es más manipulable. Es un ejercicio que, sin duda, reprime, coacciona y domina. Pese a lo cual, la nueva escuela convirtió en uno de sus estandartes más celebrados el lema “educar en la libertad”.
Educar persuasivamente, sin castigos ni disciplinas, buscando más la comprensión del niño o la niña que su sumisión ciega.
Educar respetando las diferencias de cada uno, su carácter, sus propensiones y debilidades, respetando la pluralidad de opiniones y maneras de ser. La libertad exige una educación a propósito; porque ser libre no es fácil, hay que aprender a serlo. Aprender, y por lo tanto, enseñar, a distinguir el para qué de la libertad, el hasta dónde de la libertad; el sentido de la libertad. Se entiende que el proceso hasta el reconocimiento de la libertad haya sido lento.
También lo es la evolución psicológica del niño que tarda años en sentirse y saberse separado del entorno, con voluntad propia y capaz de decidir y elegir por sí mismo.
Libertad significa poder optar, preferir, elegir, no tener una senda previamente marcada
Los límites de la libertad son de dos tipos. Unos vienen de afuera, son los que intentan coartar nuestra libertad negativa o positiva, en forma de leyes, reglas, códigos. Los otros la coartan en la forma más velada de ideas, doctrinas, dogmas. La primera limitación debería surgir de reconocer que un cierto uso de la libertad puede producir mayores daños que bienes. Puesto que vivimos en comunidad, hay que procurar que la convivencia sea pacífica, que el bienestar esté repartido, que el daño sea mínimo. En 2do. Lugar, la sociedad, el marcado, el consumo, la publicidad, la televisión, tienden redes invisibles que nos enjaulan sin que lo notemos. Desarrollar la creatividad, la capacidad de ser original, la conciencia crítica, debería ser la máxima finalidad educativa. Eso es lo que quiso la escuela nueva con su educar en libertad. ¿Cómo hacerlo? No hay fórmulas que funcionen.
Educar persuasivamente, sin castigos ni disciplinas, buscando más la comprensión del niño o la niña que su sumisión ciega.
Educar respetando las diferencias de cada uno, su carácter, sus propensiones y debilidades, respetando la pluralidad de opiniones y maneras de ser. La libertad exige una educación a propósito; porque ser libre no es fácil, hay que aprender a serlo. Aprender, y por lo tanto, enseñar, a distinguir el para qué de la libertad, el hasta dónde de la libertad; el sentido de la libertad. Se entiende que el proceso hasta el reconocimiento de la libertad haya sido lento.
También lo es la evolución psicológica del niño que tarda años en sentirse y saberse separado del entorno, con voluntad propia y capaz de decidir y elegir por sí mismo.
Libertad significa poder optar, preferir, elegir, no tener una senda previamente marcada
Los límites de la libertad son de dos tipos. Unos vienen de afuera, son los que intentan coartar nuestra libertad negativa o positiva, en forma de leyes, reglas, códigos. Los otros la coartan en la forma más velada de ideas, doctrinas, dogmas. La primera limitación debería surgir de reconocer que un cierto uso de la libertad puede producir mayores daños que bienes. Puesto que vivimos en comunidad, hay que procurar que la convivencia sea pacífica, que el bienestar esté repartido, que el daño sea mínimo. En 2do. Lugar, la sociedad, el marcado, el consumo, la publicidad, la televisión, tienden redes invisibles que nos enjaulan sin que lo notemos. Desarrollar la creatividad, la capacidad de ser original, la conciencia crítica, debería ser la máxima finalidad educativa. Eso es lo que quiso la escuela nueva con su educar en libertad. ¿Cómo hacerlo? No hay fórmulas que funcionen.
1 comentario:
ESTA MUY BIEN EL PROYECTO REALIZADO EN ESPECIAL POR BIRMANIA. ATT.JERMY
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